Natalia, obligada a elegir entre sus padres: "Intenté suicidarme dos veces"

Natalia, víctima de un divorcio de alta conflictividad.
Natalia, víctima de un divorcio de alta conflictividad.
FERNANDO RUSO
Natalia, víctima de un divorcio de alta conflictividad.

"Llegó un punto en el que le cogí un asco increíble a mi madre. Me creía todo lo que mi padre y su familia me contaban sobre ella y se lo echaba en cara. La machacaba". Natalia relata su estremecedora historia con una serenidad admirable. A sus 18 años transmite una madurez impropia de su edad, adquirida a marchas forzadas por una infancia y una adolescencia marcadas por la conflictiva separación de sus progenitores y después de dar un cambio radical a su vida tras tocar fondo.

El testimonio de esta chica, que no quiere revelar su nombre real, es uno de los que Lucía del Prado recoge en el libro Yo no puedo ser dos. Los padres se divorcian, los hijos no. En este trabajo, la presidenta de la Fundación Filia de Amparo al Menor da voz a doce víctimas de divorcios muy problemáticos que comparten sus experiencias para apoyar a otros afectados.

"No quiero que nadie pase lo que yo he pasado. Si puedo ayudar a que la gente se conciencie, encantada", confirma Natalia a este diario cuando se le pregunta por qué decidió hacer público su caso. Ella puede enorgullecerse de estar en fase de superar sus trastornos pero hace tan solo un año que intentó quitarse la vida y aún se encuentra bajo seguimiento psiquiátrico.

"La alienación parental consiste en la lealtad exagerada hacia uno de los progenitores y a su vez, deslealtad hacia el otro. Los niños sufren muchísimo. Quieren estar con los dos pero ven que es imposible porque se les hace notar que, si lo hacen, están traicionando a uno de ellos. Esto provoca una serie de conflictos psicológicos tremendos", apunta el psiquiatra forense José Miguel Gaona.

Más de 100.000 víctimas al año

No hay cifras exactas de cuántos niños son maltratados psicológicamente tras la separación de sus padres. Se estima que unos 100.000 cada año, "pero son muchísimos más". "Hay parejas que no se casan y no cuentan en las estadísticas ni del Poder Judicial ni del INE", apunta Lucía del Prado. La obra social de Filia tiene registradas una media de 6.000 peticiones anuales en su Teléfono de Ayuda.

La "manipulación brutal" a la que estos menores son sometidos se traduce en fracaso escolar, nerviosismo, frustración, agresividad... Tienden a ser introvertidos, antisociales, chantajistas, ellos mismos se convierten en manipuladores, y algunos se autolesionan. Es lo que comenzó a hacer Natalia cuando"el dolor físico se hizo más soportable que el psicológico".

Su camino se torció a los seis años. Sus padres rompieron y ella y su hermana mayor se quedaron en el hogar materno. "Al principio la convivencia era buena. Pero se echó pareja. Yo, que había sido muy madrera, me sentí desplazada y pasé a refugiarme en mi padre", recuerda. Esa cercanía se consolidó cuando en 2012 las dos pequeñas se mudaron con él ante el traslado de la mujer a otro municipio por cuestiones de trabajo. "Intentaban utilizarnos el uno contra el otro a partes iguales. Solo que llegó mi época rebelde y, al estar viviendo con mi padre, a quien creía era a él", continúa la joven.

Ahí arrancó una etapa de cinco años en los que Natalia apenas tuvo contacto con su madre. La situación no empezó a normalizarse hasta 2017 y necesitó de la intermediación del que entonces era su novio. Reconoce que aquella relación fue "dependiente y tóxica" pero tuvo algo positivo: "Él me hizo abrir los ojos. Lo que no le había perdonado a ella era sobre todo que se hubiera echado pareja y al estar yo en una relación, la entendí".

Ese acercamiento ha complicado la relación con la otra parte. "Mi familia paterna, incluida mi hermana mayor, me la tiene jurada porque ahora vivo con mi madre", asegura Natalia. La relación con ellos nunca fue fácil pero empeoró al reanudarse el vínculo materno-filial tras años de desprecios. La losa de esa época, las peleas con su padre, el aislamiento social... la abocaron en noviembre de 2017 a un cuadro ansioso-depresivo y a tener que ser tratada con pastillas. Dos meses más tarde, su padre la envió con su madre "como castigo". "Me costó adaptarme. Estaba muy mal e intenté suicidarme con los ansiolíticos dos veces en un mismo fin de semana. Me llevaron al hospital y al salir empecé a cambiar". Terminó con su novio, conoció a un grupo de amigos, inició un curso de estética y, sobre todo, aprendió a ignorar lo que sus progenitores digan el uno del otro.

Para evitar llegar a dramas como este, los expertos abogan por el coordinador parental. El Senado aprobó en diciembre una moción por la que insta al Gobierno a crear esta figura ante los divorcios conflictivos pero su presencia se limita por el momento a algunas comunidades. La primera en contemplarlo fue Cataluña. "Establece normas pensando en el bien del niño y sus resoluciones tienen que ser respetadas legalmente. Es más que un mediador", argumenta Gaona, quien lamenta que en España esté tardando en implantarse.

"Si muriera, a mi hija le daría igual"

Ana María, separada de su hija pequeña desde que se divorció.
Ana María, separada de su hija pequeña desde que se divorció.

Ana María, quien también prefiere utilizar un nombre ficticio, representa la otra cara de una misma moneda: la de los padres que son separados de sus pequeños. Ella lleva más de cuatro años sin tener una relación normal con su segunda hija.

Esta mujer se siente castigada por haberse divorciado. Desde que tomó esa decisión en 2013, su exmarido se ha ocupado de poner a la menor, que hoy tiene 14 años, en su contra. El poco contacto que mantienen se limita a las visitas que ha logrado tras una ardua lucha y que actualmente consisten en una hora a la semana.

Uno de los temores de esta madre es que, cuando crezca, su hija "sea una persona que haga daño a quien tenga a su lado porque repetirá patrones" y reclama para ella una terapia de revinculación, sin la que está convencida de que no habrá solución. "Sigue diciendo que me odia, que va obligada a los encuentros. Creo que si yo muriera, le daría igual", afirma desolada. "Tampoco le importa la relación con su hermana mayor, que sí vive conmigo, y le dio igual cuando sus abuelos murieron, no siente ningún dolor. Tiene heridas muy profundas en su corazón", agrega.

"Un niño no solo necesita a sus dos progenitores, sino también a las familias de estos: abuelos, tíos, primos... Estas situaciones castigan a todo un núcleo familiar", clama el psiquiatra forense, quien habla de un "desastre" que, como en este caso, enfrenta hasta a hermanos. 

Ana María exige a los jueces que actúen con rapidez porque el tiempo va en contra de estas víctimas y reivindica el auxilio también de fiscales, asistentes sociales, psicólogos..., así como "un estricto apoyo judicial y policial especializado que permita la separación temporal de la fuente de alienación, atendiendo a la recomendación de todos los expertos" y que, como ocurre en otros países, haya una penalización para quienes utilicen esa manipulación.

Los implicados urgen a tomar medidas ante unas circunstancias que dejan graves huellas en unos "niños que crecen huérfanos sin serlo", odiando a uno de sus padres, y a los que les va a costar mucho ser adultos sanos y equilibrados.

Araceli Guede
Redactora '20minutos'

Licenciada en Periodismo por la Universidad Europea de Madrid, estudié después el Máster de Periodismo de El País. En 20minutos desde marzo de 2013, donde desde 2023 realizo labores de coordinadora de la web y portadista. Apasionada de los temas sociales (relacionados con educación, sanidad, inmigración o igualdad) y de denuncia, en 2022 recibí el Premio de Periodismo de la Fundación Grünenthal, en la categoría de Abordaje del dolor infantil.

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